26.12.06

Cada uno de ellos...

... era de un sitio de mundo diferente y todos viajaban solos. Quizá por esto el grupo para algunos se miraba bien homogéneo y para otros bien dispar. Podían ser tanto jóvenes de iguales características como mundos distintos.

Por ejemplo, para José Ángel, quien fue el guía de la expedición a El Mirador, ellos eran unos más de los tantos que llegaban de lejos y fotografiaban todo lo que veían y alucinaban con el grito de los saraguates y decían “qué bonitos colores” cuando veían a los tucanes y gritaban de emoción cuando él les decía que si había suerte verían al tigre.

Sí, para José Ángel los jóvenes eran bien igualitos entre sí. “Ya llegó otra remesa de gringos”, había dicho, de hecho, al verlos llegar en la pick up el día que se conocieron.

En cambio, si alguien se detuviera a mirar el fondo de los ojos de cada uno de los jóvenes (porque es allá, en el fondo de los ojos, donde según la mamá de José Ángel se escribe la esencia de cada cual) vería realmente realidades completamente diferentes entre sí.

La realidad de un judío de Texas que acaba de pasar dos años de su vida preparándose junto a su hermano para entrar a la fuerza aérea del ejército israelí; que ha visto como su hermano sí se convertía en piloto y él no; que ha sentido alivio por ello, pues realmente prefiere convertirse en maestro, pero que no se lo ha dicho a nadie, esto del alivio, ni a sí mismo no se lo ha dicho. O la realidad de una californiana que trabaja de masajista y que está allá porque las cartas le dijeron que algo importante iba a pasarle en un viaje; una chica que carga su tarot allí donde va y que ahora tiene la cabeza bien revolucionada de tanto leer sobre creencias mayas. O la realidad de un okupa belga, éste que a los veinte años se enamoró de una chica punk, que a los veintidós recibió su primer puñetazo de un skin, que a los veintitrés recibió una gran paliza y que a día de hoy todavía no ha levantado la mano ni a un mosquito. O la realidad del que fue durante la expedición el preferido de José Ángel, el chico de semblante serio y con el torso lleno de tatuajes, el joven que dejó Colorado para pasar a vivir a Bolivia, pero que antes de llegar allá y reencontrarse con sus padres, se regalaba un año de reencontrarse a sí mismo e iba bajando poco a poco, deteniéndose allá donde el corazón le decía detente.

Sí, si alguien se detuviera a mirar bien al grupo de jóvenes se preguntaría por qué siendo de realidades tan distintas estaban allá juntos y, además, se llevaban tan bien.

Ellos, simplemente, compartían un trozo de sus viajes, de sus vidas. Levantaron sus copas y brindaron.

2 Hi diuen la seva:

A les 27.12.06, Anonymous Anónimo diu...

José Angel ???

 
A les 27.12.06, Blogger mnk diu...

?

 

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