21.11.06

El 20 de noviembre de 2006...

...Juan Ortiz Ramírez, de 24 años, entró a México procedente de Guatemala. Pese a que el ambiente de la calle denotaba claramente que aquél no era un día laboral, Juan no se percató de la trascendencia de la jornada.

Más allá de celebrar el aniversario de la Revolución (el 96º aniversario, concretamente), aquel 20 de noviembre juntaba los desfiles y sus banderas con la proclamación como presidente ‘legítimo’ de Andrés Manuel López Obrador.

Obrador, de la coalición Por el Bien de Todos, era el candidato de centroizquierda a la elección del 2 de julio. En unas elecciones teñidas de polémica, había sacado - supuestamente- 233.831 votos menos que su contrincante Felipe Calderón (derecha) pero había denunciado fraude y jurado boicotear la investidura de Calderón. Constituyó su ‘gabinete alterno’ con personalidades de la izquierda e hizo una gira por el país para dar a conocer su programa y denunciar al gobierno de Calderón.


El 20 de noviembre fue una de las fechas claves, con el acto en el Zócalo del DF. La otra fecha clave sería el 1 de diciembre, día en que Felipe Calderón se investiría presidente de México, él sí de manera ‘reconocida’ en términos de ‘realidad política’. Sería, este corto periodo de tiempo, una etapa que luego se explicaría en los libros de historia como las dos semanas en que el polvorón mexicano conoció la toma de posesión de dos gobiernos, uno de centroizquierda que se proclama ‘legítimo’ y el otro de derecha, que es el considerado ‘real’.

Juan llegó a aquel país marcado por la incertidumbre política con un objetivo claro: Quería llegar a la frontera con el coloso del norte estadounidense, contactar allí con un hombre cuyas referencias tenía anotadas en un papel que guardaba en su bolsillo derecho y que éste le ayudara a alcanzar el sueño dorado de tantos emigrantes centroamericanos.

Como en la mayoría de los casos, Juan no vería cumplir sus sueños (aunque en su caso concreto el final sería ciertamente un final y, además, muy trágico).

Justo cuando Juan entraba en el baño de una cantina de carretera, culminaba el acto de la toma de posesión de López Obrador en el Zócalo de la Ciudad de México. El acto terminó concretamente con un concierto del cubano Sílvio Rodríguez al que seguro le hubiera gustado ir a Juan si sus circunstancias hubieran sido otras. (Por ejemplo, si hubiera nacido en Ciudad de México y no en Santiago de Atitlán; circunstancia que, por otra parte, se hubiera podido dar solamente si la abuela de Juan, Imelda, se hubiese casado con el primer joven que la pretendió, Gilberto – que luego se iría a vivir a México y formaría ya allí su familia- y no con el segundo, curiosamente llamado también Gilberto pero al que apodaban Gil y que nunca se movería del altiplano chapín).

Los aplausos en el Zócalo de la capital coincidieron en el tiempo con dos disparos en aquella cantina de carretera al otro lado del país. El primero de estos disparos fue la causa de la muerte de Juan. El segundo impactó ya con un cuerpo sin vida. Entre uno y otro sólo pasaron 43 escasos segundos, así que se podría decir que la muerte de Juan fue rápida.


El por qué del segundo disparo, por otro lado, nunca se sabría. Los autores tampoco nunca se descubrirían.

En realidad fueron dos hombres, un tío y su sobrino, que confundieron a Juan con el hombre que dos días antes les había robado el coche. En su borrachera, tío y sobrino habían llevado la venganza al límite y, además, equivocándose de persona.

Huyeron con un coche azul que robaron a punta de pistola en la gasolinera a pocos metros de la cantina donde Juan perdió su sueño.



(Quan al cap se t’hi barregen les noticies del dia i a més estàs llegint un llibre que tot ho encadena, poden sortir textos com aquest… en tot cas, més enllà d’aquesta història tan inventada com possible i tan realment inventada, la foto del 20N mexicà seria la de López Obrador en el seu acte de curiosa investidura - tan curiosa com multitudinària: "Un millón de personas", diuen l'endemà els diaris-. Evidentment em refereixo al 20N del DF; a la resta del país, per saber què passava al Zócalo de la capital, s’havia de tenir la CNN. Televisa i TV Azteca t’oferien edificantes telenovelas)

1 Hi diuen la seva:

A les 23.11.06, Blogger Antonio Almansa diu...

se debe de tener en cuenta que la ficción y la realidad no son lo mismo. Es la gran mentira. La realidad hoy puede ser cruel pero también un tiempo de prodigios.

 

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